¡Que nada ni nadie os limite!

¡Hola!

Hoy voy a compartir una entrada con algunas reflexiones que me vinieron a la mente el 6 de septiembre coincidiendo con nuestro sexto aniversario de boda.

Y no tiene nada que ver con la boda.

Como ya os he explicado en otras ocasiones, en diciembre de 2014 un cirujano, después de descartar la cirugía HIPEC tras abrirme el abdomen y ver lo que había dentro, me dijo que me quedaban pocos meses de vida. Exactamente entre 4 y 14. Repito, en diciembre del 2014. Así que podéis ir haciendo cálculos y veréis que ya los he superado con creces.

Cuando me “sentenció” faltaban 10 meses para la fecha de nuestra boda y se lo comenté. Me sugirió que si quería casarme adelantara la fecha. Entonces me di cuenta que la cosa iba en serio, y me quedé estremecida. En un primer instante lo tenía claro, iba a adelantar la boda porque para mi era muy importante. Pero luego, y disculpad las palabras que voy a utilizar, me dije: “¡Qué coño! Si llego es que me tenía que casar, y si no, pues que no. Que la enfermedad no cambie mis planes. No voy a forzar la cosa, voy a fluir y hacer todo lo que esté en mis manos para llegar a aquella fecha”.

Los que me conocéis sabréis perfectamente que fue un gran reto para mí llegar a la boda y que estaba súper motivada para llegar, no solo a la boda, si no, superar aquellos 14 meses.

La intención era clara y concisa: nadie ni nada iba a limitar mis creencias, mi vida, mis expectativas, mi ilusión. Por mucha bata blanca, estudios y base científica en la que sus palabras estuvieran basadas. Hasta mi último suspiro, todo lo que me quiera plantear debe ser posible, y si más no, voy a luchar para intentarlo. Que cabezonería no me falte.

Y cada día que me levantaba, tenía un propósito claro y me despertaba feliz porque faltaba un día menos para demostrar que la ciencia no podía determinar mi futuro. Y aquello se traducía en una fuente de optimismo con el que llenaba mis días y mis esperanzas para alcanzar lo que para la gran mayoría, era inalcanzable.

Y os comparto esto para las personas que quizás os dejéis influir por los pensamientos o creencias limitantes de los otros. En especial, para las personas que como yo fueron (o han sido, o están) desahuciadas por la medicina. A las y los pacientes de cáncer que ya se les haya dicho que no hay nada que hacer, más que esperar ver como la enfermedad te consume poco a poco. Sabéis, cada día que pasa, a TODAS las personas, le queda un día menos de vida. Independientemente de si están en perfecto estado o, al contrario, sufren alguna enfermedad. La parte positiva de tener una enfermedad “terminal” es que valoras más el tiempo que te queda y aprovechas más el presente. En cambio, quizás una persona sana, no lo tenga en cuenta.

He escrito esta entrada muy rápido, pero quería canalizar lo que siento en este momento. En resumen, deciros que, ya estéis sanos o no, valoréis el momento presente y disfrutéis de vuestra vida en todo instante. Si estáis en una situación complicada, pues lo mismo, y siempre teniendo en cuenta que las batas blancas también se equivocan, que no conocen toda la verdad, y que vuestra actitud es muy importante.

 


 

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